Por primera vez en la historia, una mujer fue contratada como operaria en Ternium Ensenada
Romina Natale viene de la rama de la industria gráfica y desde diciembre del 2020 trabaja en el área de decapado de la planta junto a otros 49 compañeros, todos varones.
Cuando Romina Natale se quedó sin trabajo a causa de la pandemia, en marzo de este año, jamás imaginó que podría contratarla una industria “tan pesada” como la del metal. Durante mucho tiempo había administrado máquinas y personal en el área de la industria gráfica, pero dada la crisis económica actual, sumado a sus 44 años de edad, sus expectativas para otro empleo eran “realmente muy bajas”.
Llevó currículums a todos lados, al igual que cientos de platenses apremiados por el desempleo. En Berisso, donde nació y vivió por muchos años, y también en La Plata, donde vive actualmente. Hasta que se enteró de que tenía una chance en Ternium, ex Siderar: la mayor empresa fabricante de acero de Argentina, donde trabajó su padre desde los 30 y donde actualmente trabaja su hermano, en el área de decapado.
“Hoy en día la sociedad no es que te condena, pero para ciertos trabajos quizá no les sirvas… y mi experiencia total es gráfica. Siempre estuve en la producción pero me dedicaba a otros materiales, el papel, el cartón y el packaging… Cuando surgió que podía llegar a mandar el CV acá fue como… ¡Dios mío! ¡me muero! Y lo mandé. Fueron muchísimos pasos para llegar hoy a donde estoy sentada, muchos nervios, mucha ansiedad, el apoyo de muchas personas… y bueno. Ahora estoy acá y para mí es un sueño”, describe la operaria a 0221.com.ar.
Es la primera mujer desde 1969 en trabajar como operaria en la primera línea de producción de la planta radicada en Ensenada. Todavía hoy recuerda la inquietud que tenía cuando era chica y le preguntaba a su papá, metalúrgico de raza, cómo no había mujeres en la fábrica donde trabajaba.
— ¿Mujeres acá? — le respondía él. — Pero no… ¿Cómo va a venir una mujer?
El martes pasado, después de cumplir su primer turno de 12 horas, Romina recibió un llamado de su padre, que ahora tiene 75 años.
“No sabés la emoción que tengo, te felicito tanto hija, me dijo… Está re contento y muy orgulloso. Pero en su lugar de papá, no se lo esperaba jamás”.
PIONERA EN UN TRABAJO MASCULINIZADO
Ternium (ex Siderar, fundada en 1969) es una empresa elaboradora de aceros que pertenece al grupo ítalo-argentino Techint. Cuenta con centros productivos en San Nicolás, Ramallo, Rosario, Canning, Florencio Varela, Haedo y Ensenada. Esta última es una planta de laminación en frío, es decir, que produce esta materia prima para la fabricación de autos, electrodomésticos, materiales para la construcción y tambores industriales para alimentos.
“Es un mercado muy amplio, tenemos la capacidad de producir un millón de toneladas de acero al año. En esta fábrica trabajan a régimen full 500 personas y el proceso comienza con lo que se llama baño de decapado por inmersión. Somos parte de un proceso integrado que comienza con la reducción, la acería, la laminación en caliente y nosotros somos la laminación en frío, prácticamente el producto final”, explica a este medio Patricio Monesterolo, gerente de la planta.
Sobre él recayó la decisión -que fue más bien un deber moral, debido al alto puntaje que Romina había sacado en el examen psicotécnico- de contratar a la primera mujer operaria en la historia de la empresa. Es que en Ternium Ensenada sí trabajan otras mujeres, pero lo hacen en oficios feminizados: recepción, secretariado, limpieza, cocina y hasta en puestos jerárquicos y profesionales, como es el caso de las ingenieras. Pero nunca como obreras u operarias.
El sector de decapado, donde entró a trabajar Romina, es el primero y el más importante, “donde tomamos nuestra materia prima -acero laminado en caliente- y lo decapamos. El proceso es básicamente remover el óxido superficial para que eso pueda ser después laminado en frío, un tratamiento luego del cual entregamos el producto con la calidad superficial y el espesor final que requieren los clientes”, cuenta Monesterolo. Las bobinas (rollos) de metal, también denominados “chapa negra”, llegan en camiones y en tren con un espesor de aproximadamente 4 milímetros. En Ensenada realizan el proceso de laminación que termina dejando el espesor en un milímetro, listo para ser aplicado en los productos finales.
Según el gerente de la planta, el decapado es un sector “muy importante, ya que la capacidad productiva de la planta depende de la capacidad productiva de esa línea. Es es la primera parte del proceso: cuando esa línea para se detiene la producción de toda la fábrica, por lo cual es el proceso más relevante”.
No está de más destacar que ninguna legislación prohíbe ni limita el trabajo de las mujeres en industrias como la del laminado del metal en frío, como sí lo hace todavía con otros tantos oficios y profesiones. Sin embargo, las restricciones culturales pesan más que las legislativas. Y si bien la recepción de los compañeros de Romina fue buena -y muchos a partir de ahora quizá estén pensando en recomendar a sus hermanas, novias o amigas que presenten el CV en Ternium- fue su propia voluntad de presentarse y el alto puntaje que obtuvo en el psicotécnico lo que le hizo ganarse el lugar.
Monesterolo dice que “después de la meseta de la pandemia, la planta retomó su actividad y lanzamos una búsqueda de personal. La búsqueda fue inespecífica: no hacía referencia a que buscáramos personas de sexo femenino o masculino… Pero lo típico es que se presenten siempre varones, porque lo que la búsqueda menciona es un trabajo en fábrica, con horarios rotativos, en turno, y lo usual es que no tengamos candidatas. Básicamente no sucede…”
Hasta que sucedió.
Romina se presentó espontáneamente y superó todas y cada una de las pruebas de selección; “debo decir que en forma destacada, ya que estuvo entre los tres mejores resultados en la prueba psicotécnica y quedó en el stock de candidatos que se presentaron. Reconozco que el tema se discutió internamente, para todos fue algo nuevo. Lo discutí con mi equipo, los jefes de planta, y la respuesta fue unánime entre ellos: sí”, aclara el gerente.
Para entrar a Ternium, Romina pasó por un proceso de selección del que salió victoriosa junto a otros 17 postulantes, todos varones. Después de presentar el CV realizó un examen psicotécnico, uno psicológico y se sometió a análisis de orina y de sangre, para luego realizarse un chequeo general en Capital Federal. Pasó tres días haciendo una capacitación virtual con horarios de trabajo, donde se los evaluaba con tres exámenes por día. “Estuvo genial, fue un pantallazo gigante de lo que realmente es trabajar acá: los peligros, los riesgos, cómo hay que comportarse. Eso a mí me recontra ayudó. ¡No te digo que no me dio miedo! Fue intenso, pero me ayudó”, dice Romina con una sonrisa.
Desde que empezó a trabajar es usuaria exclusiva de un baño y un vestuario ya que el resto está -aunque inhabilitado o limitado por la pandemia- casi naturalmente destinado al resto de los 499 varones que trabajan con ella. Y aún así, la edilicia quizá sea la más simple de las adaptaciones a las que deberá enfrentarse la empresa.
Los diálogos de camaradería donde se mezclan insultos o concepciones misóginas, las expresiones para referirse a las mujeres en general y todo lo que conlleva haberse construido como trabajador en un ámbito industrial íntegramente conformado por varones, son algunas de las tantas prácticas a a cuestionar y, eventualmente, a desterrar.
LA PRIMERA EN ENSENADA
“Mis amigas y familiares no lo podían creer. es algo histórico. Ni yo todavía lo puedo creer, imaginate. Es muy fuerte lo que está pasando, tengo todas las ansias y expectativas de poder progresar, y ojalá que si me va bien a mí la empresa quiera contratar más mujeres porque consideran que son capaces. Yo siempre digo, la única diferencia entre el hombre y la mujer es la fuerza, la mujer tiene un poco menos de fuerza. Después somos seres humanos, iguales, que podemos hacer las mismas cosas”, asegura Romina frente a sus nuevos compañeros y los dirigentes ensenadenses de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), a la que ya está afiliada.
En la UOM, sindicato que a nivel nacional conduce Antonio Caló, no hay una sola mujer en la comisión directiva. Ni la hubo. El dirigente gremial de la seccional platense, Leonardo Báez, reconoce a este medio que la posibilidad de incorporar mujeres a las primeras líneas de producción en la planta ensenadense de Ternium “se venía hablando desde hace un largo tiempo” hasta que hace poco “la empresa, que tuvo si se quiere un cambio generacional y está abriéndose a estos temas, nos escuchó y accedió”.
“Nosotros le vamos a brindar todo el apoyo, los chicos la van a acompañar y lo que necesite nosotros estamos a disposición”, asegura Báez. Y explica que “la persona que ingresa a determinado sector trabaja primero en los puestos de menor riesgo, menor carga de trabajo y menor responsabilidad. A medida que se va capacitando y va transcurriendo el tiempo, va avanzando en los demás niveles de la línea” o incluso puede acceder a un cambio de sector.
Romina trabaja junto a sus compañeros en un enorme galpón al que sí o sí deben acceder con ropa de trabajo, casco y protección auditiva, ya que el ruido del proceso del metal es de alto volumen y constante. Por la pandemia también es obligatorio el uso de máscaras faciales de tela y plásticas, para reducir al máximo posible la posibilidad de contagio de COVID-19. A un costado del sector, conteniendo decenas de bobinas metálicas que aguardan ser levantadas por una grúa, hay un cartel que reza: “Hombres trabajando”.
Según explican en la seccional local de la UOM, los 18 nuevos trabajadores -incluida Romina- están contratados por Techint por un plazo fijo de tres meses, y pasado ese tiempo evaluarán la continuidad de cada uno de ellos. Báez advierte que la presencia de Romina “es un puntapié” para que otras se animen a dejar el currículum, y asegura que desde el cuerpo de delegados y el gremio quieren “seguir incorporando mujeres”.
UN CÍRCULO QUE SE CIERRA
Para Monesterolo, tener a Romina en la planta es “reconocer la diversidad, valorarla e incluir. Nos muestra a todos acá adentro que cambiar es posible. A nadie sorprende que en el escritorio que está frente a mi oficina haya una mujer, es un rol típico; pero cuando vas a la línea y te la encontrás a Romina zunchando (atando el metal), es otra cosa. Nuestro criterio de selección es el talento, y si una persona pasa las pruebas por encima del resto, la oportunidad es para ella”, aclara. Por su parte Matías Quiroga, jefe del sector de decapado, advierte que “Ternium ha venido introduciendo sistemas mixtos en la estructura, y en las posiciones más jerárquicas hay un mix muy balanceado, pero todavía nos falta un camino por recorrer en las primeras líneas”.
“Cuando discutimos el tema, antes de que entrara Romina, me acerqué a los operarios y les dije: tenemos a esta persona, muy bien evaluada, que es mujer, y que creo que puede desempeñar la tarea de igual manera que lo están haciendo ustedes. Pero va a ser la primera. La recepción fue excelente, de alguna manera no solo la empresa sino los empleados están preparados y hasta lo están pidiendo. Es un cambio natural”, asegura Quiroga.
Montesolo celebra que, por primera vez en la historia de la planta, el “círculo familiar” se cierre con la contratación de una mujer. “La gente que se va de Ternium lo hace con un sentimiento de pertenencia muy grande, y cuando un hijo vuelve a trabajar a la fábrica, para el padre es una sensación de orgullo, una continuación del legado… es decir: lo que yo hice mi hijo lo considera importante porque quiso seguir mis pasos”.
Romina es consciente de esa sensación porque así lo refleja su experiencia familiar: “Mi papá trabajó 35 años acá y nos crió gracias a este trabajo. Es un respeto tremendo que siempre le tuvimos, porque él nos enseñó que Ternium era eso”, asegura. Aunque el sentido de pertenencia familiar presenta algunos límites: al salir de la planta acompañada por una de las recepcionistas, un operario se despide de ella utilizando una expresión que valdría más para una novia que para una compañera de trabajo.
— Che, eso estuvo de más — , lo ataja la recepcionista antes de volverse, con total naturalidad, para seguir camino. Una breve pero certera muestra de sororidad que trasciende la edad, la antigüedad y el tipo de puesto que cada una ocupa adentro de la empresa.
Quizás para Romina apenas sea un detalle. En la planta, asegura, “me recibieron bien, me explicaron y me tienen paciencia para las cosas que recién estoy aprendiendo. Me siento muy contenta. Sé que esto es algo que puedo hacer: solo es cuestión de práctica”.
Publicada originalmente en 0221.com.ar, el 20 de septiembre del 2020. Fotos: Marcos Gómez para AGLP.