Sin mitos ni morbos, nuestro cuerpo por dentro: por qué visitar el Museo de Anatomía de la UNLP
El espacio ubicado en la primera planta de la facultad de Medicina abrirá sus puertas este sábado de 19 a 00, en la noche de los Museos a la luz de la Luna. Con una propuesta radicalmente distinta a la del resto de los museos, chicos y grandes están invitados a conocer piezas reales del cuerpo humano, además de presenciar disecciones en vivo.
El Museo de Anatomía de la facultad de Ciencias Médicas recorre un poco de la historia de la medicina y del propio Museo, pero fundamentalmente cuenta y expone el cuerpo humano, parte por parte y etapa por etapa. Lo hace a través de piezas anatómicas, o, en palabras más llanas, pedazos de cuerpos diseccionados: abiertos y expuestos para su estudio y, eventualmente, su muestra al público.
Pero no siempre fue así. Antes las cabezas, piernas, cerebros y pulmones -solo algunas de las piezas que podrán verse este sábado en la noche de los Museos a la luz de la Luna- estaban entre cuatro paredes, solo a disposición de los ayudantes de Anatomía.
El museo se fundó en marzo de 2009 tomando el nombre del entonces profesor titular de la cátedra de Anatomía B, Alberto Leonardo Poli. Fue con la participación de otro médico, que era Jefe de Trabajos Prácticos y que al día de hoy, jubilado, sigue formando parte de la cátedra: Calixto Yupanqui Mamani.
Foto: AGLP.
En 2011, bajo la gestión del profesor Julio C. Hijano, el museo se abrió al público por primera vez, y el ayudante alumno Sergio Malter se hizo cargo de la coordinación. Hace dos años ese lugar lo ocupa Fiorella Li Volti, una ayudante de 28 años de origen marplatense que ya está haciendo sus Prácticas Finales Obligatorias (PFO) para recibirse de médica. Durante todo el año recibe contingentes de escuelas y este sábado será una de las encargadas de conversar con los cientos y cientos de platenses que se acercarán, durante la noche, a conocer(se) un poco más. “Y es que si no nos conocemos por dentro, no podemos curar”, dice Fiorella con naturalidad.
¿QUÉ PUEDE VERSE?
Desde asientos de época para pacientes hasta pinzas y herramientas de disección, pasando por huesos, vísceras, cerebros, pulmones y corazones. En la parte superior, casi tocando el techo, hay cuadros con fotos de las camadas de estudiantes de Anatomía B donde puede verse el lento pero progresivo ingreso de mujeres.
Foto: AGLP.
“Tenemos todo por sectores: sistema nervioso central, cabeza y cuello; plexos nerviosos -los nervios que le dan electricidad a los músculos desde el cuello para abajo-; los sistemas olfativo, auditivo, gustativo, visual y táctil; el retroperitoneo -o sea órganos que se encuentran en la espalda-; los órganos del abdomen, la pelvis, el genital femenino y masculino; el tórax con corazón y pulmón; cortes de tórax -como un corte de tomografía. Después está el sistema locomotor: rodillas, codos, manos y pies; y los ligamentos -lo que pega las articulaciones, como un chicle- y músculos. Y después lo que es el desarrollo prenatal”, enumera Fiorella.
Como el museo funciona todo el año, siempre se van agregando piezas y son más bien específicas. “Solemos tener piezas que no mostramos durante las clases prácticas. Acá está lo más fino, que por ahí al manipularlo entre tantos estudiantes, se pierde. Siempre tratamos de ver qué nos falta, o qué es lo más difícil en disecar, entonces se diseca y se muestra. Además tenemos muchos preparados de formol que por ahí se ponen viejitos y los vamos recuperando. Los ayudantes estamos disecando todo el año”, cuenta la joven que mes a mes ejercita la docencia no solo con estudiantes de Medicina sino también con niños, niñas y jóvenes de escuelas de toda la ciudad.
Pero, ¿de qué se trata la disección? ¿qué es diseccionar? “Diseccionar es cortar, abrir y separar. No es la taxidermia, el famoso pingüino embalsamado: nosotros no embalsamamos, abrimos para conocernos por dentro”, explica. Luego esas piezas se preservan en frascos o cajas de vidrio, que en la sala principal del Museo contienen un preparado con formol al 10%.
“Siempre hay un aroma, aunque tratamos de disminuirlo lo más que se pueda. El sábado todo esto va a estar abierto, y en un aula aparte, muy parecida a esta, habrá disectores en vivo. Esas piezas que estaban en formol las sacamos, las dejamos escurrir para que no tengan tanto olor, y podemos mostrarle a la gente un poco más de cerca las piezas que tienen acá”, cuenta la estudiante. Sobre las distintas mesas de trabajo del museo se expondrán, ya fuera de los frascos, piezas de Abdomen, Vísceras, Cabeza y cuello y Locomotor. La noche tendrá su componente artístico con una muestra de dibujos de estudiantes de la facultad de Bellas Artes, que suelen trabajar en conjunto con el Museo de Anatomía para ir afianzando su percepción del cuerpo humano real. En palabras de Fiorella será “otro tipo de interacción con el cuerpo: algo que no se suele ver”.
LA MUERTE, COSA DE TODOS LOS DÍAS
Cuando un estudiante de Medicina decide ser ayudante de Anatomía, puede elegir dar clases, disecar, o hacer ambas cosas. “La mayoría hacemos las dos cosas, porque no podés dar clases si el material no es apto. Entonces eso nos incentiva. Además tenemos congresos de Anatomía todos los años y eso nos ayuda, porque nos hacen disecar algo en particular, generalmente cosas más complicadas”, dice Fiorella y cuenta orgullosa que la cátedra B de la facultad “ganó dos veces el Stand” de ese congreso a nivel nacional, compitiendo con muchas otras facultades de Medicina del país. Luego señala a una de las divas del Museo: un esqueleto real y completo con todas las arterias del cuerpo recreadas en alambre y silicona. “Ese trabajo también ganó un premio”, dice, y sonríe.
Foto: AGLP.
Hay que tener entereza para trabajar con partes del cuerpo humano, y en el espacio de la cátedra y el Museo lo saben muy bien. Pero esto no significa que pierdan el respeto a la muerte, ya que conservan un “rito” de todos los años, cada 2 de noviembre: profesores y estudiantes “celebran” el Día de los Muertos, tomándose la jornada como día de luto. “No damos clase, no hacemos nada. Es por respeto”, explica seria Fiorella.
Es que detrás de cada pedazo de cuerpo hubo un humano, una persona, una historia. “Por eso no dejamos sacar fotos a las piezas reales, están prohibidas. Por ahí uno los ve acá y se olvida, pero realmente fueron personas. Y siempre está bueno respetarlo. Yo querría que tuvieran respeto conmigo”, dice.
Los cuerpos adultos que tiene a disposición el Museo son donados por el INCUCAI. Ahora, por la Ley Justina, todos y todas somos donantes de órganos, pero para ser donante de cuerpo hay que acercarse al INCUCAI y hacer un pedido expreso. Con eso las facultades públicas pueden acceder a la historia clínica y conocer de antemano, por ejemplo, si un pulmón tiene cáncer. Eso también puede estudiarse con más precisión y eventualmente, exponerse al público.
Foto: AGLP.
Por otra parte también hay fetos. “Los fetos generalmente vienen de los hospitales, aunque algunos fueron donados por los mismos parientes. Lo importante, lo que tiene que quedar muy claro, es que no se trata de morbo sino de trabajo y de estudio. Están para conocernos”, insiste la joven, que evoca el 2018 donde por cuestiones de sensibilidad los fetos fueron retirados de la vista al público. Este año estarán, y además habrá ayudantes que se ocuparán especialmente de señalar las etapas, el crecimiento y las eventuales patologías que pueden tener los fetos de distintos estadíos. Para que un tema de la agenda pública tan polémico como el aborto no sea tratado desde el tabú, el miedo o las presunciones, sino lisa y llanamente desde el conocimiento científico.
EL DESAFÍO DE HUMANIZAR LA MEDICINA
Hay preguntas dignas de una niñez curiosa que los ayudantes deben saber de antemano. Por ejemplo, en el área de Abdomen siempre hay alguien que cuenta que a su abuela le quitaron la vesícula y pregunta por qué. O que cuenta que tuvo apendicitis y pregunta, con total desconocimiento, qué es el apéndice y para qué sirve.
“Hay ayudantes que no cursaron todavía esas materias, por eso tengo que generar las respuestas a esas preguntas para que las puedan explicar. Y además quitar el lenguaje técnico, porque acá estamos muy acostumbrados a decir que algo es anterior o posterior; y por ahí lo anterior que para mí es adelante para vos es atrás, porque es anterior. Eso lo hablamos con tanta naturalidad que cuesta mucho sacárnoslo. Cuando vos sos médico no le podés decir al paciente que tiene algo de forma complicada, tenés que ser lo más llano posible”, asegura Fiorella, poniendo sobre la mesa el eterno debate sobre el conocimiento médico y el diálogo entre profesionales y pacientes.
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Museos a la Luz de la Luna no es solamente una chance para conocer nuestro cuerpo en profundidad, sino también para que los futuros médicos y médicas entren en contacto con quienes serán sus pacientes. Así como los abogados tienen su lenguaje técnico y deben socializarlo para hacerse entender con el resto de la sociedad, lo mismo sucede con los profesionales de la salud. Por eso, para los ayudantes alumnos de la cátedra B de Anatomía el objetivo es “llegar más a la gente, tratar de humanizarnos, sacarnos de la cabeza el uso único del lenguaje técnico. Más que nada aprender a hablar con los futuros pacientes. En la facultad te enseñan, y está bien, un lenguaje muy técnico. Pero al paciente tenés que hablarle como él entendería. No tiene por qué saber esas palabras. Y está bueno que por ahí los más jóvenes, los que están teniendo su primer año de ayudantía, ya empiecen a tener esa llegada con la gente. Los ayuda”.
CHAU MITOS, HOLA INFORMACIÓN
“Muchos vienen y dicen ‘tengo tiroides’. Y yo les digo: ‘yo también. ¡Todos tenemos tiroides!’”, se ríe Fiorella. La lista de mitos es larga, pero hay algunos ejemplos específicos que son la muestra del desconocimiento general que reina sobre la medicina. En ese caso en particular, “los encargados de esa parte del Museo deben explicar que todos tenemos tiroides, que hay un cartílago y una glándula, y que si funciona más o menos es diferente la patología, o la enfermedad”. Otro de los mitos más comunes es sobre la nuez de Adán: “Las mujeres también la tenemos, solo que va cambiando el ángulo. Por eso la voz del hombre en general es más gruesa, porque está a un ángulo más agudo y ahí se insertan las cuerdas vocales”, explica Fiorella.
Las visitas de los colegios también son una buena oportunidad para achicar esa brecha de conocimiento. “Con el dolor de ovarios por ejemplo, que se agarran la panza; no: los ovarios dueren atrás en la espalda, no adelante, adelante duele el útero. Está bueno porque vienen muchas nenas también, para que conozcan su cuerpo. Y a muchos chicos también les interesa, y no tiene que ser tabú. Es algo que pasa”.
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Fiorella también aprovecha para aclarar los tantos sobre la “famosa cura del cáncer”. “Es que siempre depende para qué tipo, y a cada tipo hay un subtipo y un estadío. Siempre hay que instar a que tengan la mente abierta e investiguen más. Google a veces es un gran peligro”, dice y aclara que en el Museo hay pulmones y otros órganos con tumores para que los y las visitantes puedan identificarlos con más facilidad.
Visitar el Museo de Anatomía “está bueno para conocer algo diferente. Porque si bien está abierto todo el año, las disecciones no. Vos podés venir y elegir, si no querés ver las disecciones en vivo podés venir y ver el museo. Pero está buena la charla con la gente que estudia, si te interesa; y si no te interesa igual está bueno para desmitificar cosas, tener un contacto diferente con la medicina. Que no sea solamente tener contacto con tu médico cuando estás enferma. Y de paso con esto, nosotros nos podemos abrir un poco más a la gente”.
Publicada originalmente en 0221.com.ar, el 16 de noviembre de 2019.
Fotos: AG La Plata.